EL CONCEPTUALISMO COMO “TÁCTICA PARA PROSPERAR EN LA ADVERSIDAD” [1]
Dianora Pérez
Instituto Pedagógico de Caracas
El ensayo de Mari Carmen Ramírez[2] pretende caracterizar los aspectos generales del conceptualismo en América Latina desde la práctica conceptual en ciudades como Buenos Aires, Río de Janeiro, con referencias parecidas a Bogotá, México y a la comunidad de artistas latinoamericanos residentes en Nueva York, con el fin de comprender las contribuciones de América al conceptualismo global. Para este estudio Ramírez se coloca frente los productos de la Guerra Fría y de las criticas pronunciadas por Marta Traba donde ésta cuestiona la originalidad de las propuestas de arte, etiquetándolas como productos derivados de “modas importadas” desde América del Norte y de Europa.
El arte de América latina desde el siglo XX se puede ver desde el “conceptualismo” cuando se aleja de las tradiciones artísticas heredadas de Europa, y se centra en la percepción del objeto o de lo visto, entendiendo que el sujeto – artista forma parte de una sociedad y que de esto dependerá su expresión lingüística. En relación con la amplitud del concepto, la autora señala que éste “permite abordar las particularidades de América, las prácticas estadounidenses conceptual en formas que van más allá del reduccionismo burdo de las cuentas metropolitana, así como las dicotomías habituales del centro / periferia”, es decir, que el entendimiento del arte actual en América Latina puede contradecir su tradición hegemónica y colonialista, estableciendo diálogos con America del Norte y Europa.
Cabe destacar que el conceptualismo en América Latina no era el gran fenómeno. La heterogeneidad regional se oponía a la uniformidad nacional, lo que hizo que sólo determinados centros urbanos se distinguieran, logrando que lo conceptual se relacionara con lo auténtico y que se estableciera una “nueva objetividad”, tal es el caso de Buenos Aires y el Rosario donde la semiótica, el estructuralismo y la teoría de comunicación sujeto / objeto condujeran a la popularización del término “arte en los medios”. Lo que posteriormente se conocerá como “las tácticas para el conceptualismo” entre las que se considerarían a) los readymades de Duchamp como un “vehículo del programa conceptual” fundamentando el arte conceptual con la idea de la desmaterialización y el cuestionamiento de lo observado y la función de la semiótica. Dicho de otro modo, el artista buscaba el diálogo y la provocación participativa con el espectador por medio del objeto. b) La acción implicando los sentidos humanos como órganos sociales por medio de los cuales el individuo aprehende y se relaciona con el mundo. Las propuestas conceptuales buscaron la manera que el “participante – receptor” reaccionara a situaciones específicas recreadas en un lugar “su lugar” de acuerdo a su estructura social y política. c) el uso de teorías de la comunicación, de la informática y la apropiación de la estructura de Mass media para producir un trabajo en el cual el medio forme parte del mensaje. Las pasadas características del conceptualismo en América Latina están en discusión para redefinir las audiencias como parte integrante del programa conceptual.
Estas tácticas del arte conceptualista en los países latinoamericanos responden a una serie de circunstancias socio-artísticas provenientes según Ramírez de tres factores entre los que se encuentra el fracaso del fracaso de las expectativas creadas por el proyecto hegemónico del “desarrollismo”[3], la aparición simultánea de los regímenes autoritarios militares y un cambio importante en la comprensión del papel de las vanguardias en el contexto de América Latina debido al clima de descontento que marco la década de los 60 con las diferentes revoluciones y guerras civiles.
Lo cierto es que la post-guerra contribuyó con el avance de la industrialización y el crecimiento caracterizado por su aceleración hace posible que se introduzca los mass-media significando una expansión cultural y educativa que planteó dudas de la naturaleza democrática y la situación que reflejaban las artes. En México, por ejemplo luego de la tradición identitaria del muralismo experimentaría con una nueva producción arte hasta los años 70 que aparecen Los Grupos, formados por sujetos de diferentes orígenes sociales, de movimientos estudiantiles de izquierda, pero con objetivos e intereses artísticos que apuntaban a la práctica colectiva y a la democratización de los sistemas de producción, distribución y el desarrollo de nuevos públicos. Así, los sucesos de carácter social marcaron la pauta para las propuestas artísticas colectivas, así lo demuestra Argentina con la muestra “Tucuman arde”, Brasil con Cildo Meireles definiendo la práctica por medio de la “inserción” y la “transgresión”. Otros países que registraron tempranas manifestaciones “anti - arte” fue Venezuela con el colectivo “el techo de la ballena”, y México con “Los Hartos”. Países que sustituyendo un arte conceptualista por una reflexión acompañada de procesos artísticos.
En síntesis, pocos países de América Latina realizaron verdaderas prácticas conceptuales y como lo señaló Traba “el Conceptualismo estaba siendo mal entendido por el público” aunque ciertamente los artistas conceptuales por la precariedad se vieron obligados a depender de la infraestructura cultural para sobrevivir. La evaluación de Benjamin Buchloh va a ser importante, ya que propone que la “ingenuidad crítica” con la que fueron registradas las principales corrientes artísticas conceptuales originó la ilusión que transforma la obra de arte en una intervención lingüística y textual, que necesariamente daría lugar a un mayor número de lectores, una mayor politización de la práctica cultural, que también pudo ser aplicable para los conceptualistas latinoamericanos. La diferencia surgió en la forma en que los latinoamericanos procedieron desde el principio para dar forma a sus prácticas en el potencial de comunicación y de ideología con propósitos conceptuales, entonces el conceptualismo se tradujo en “Tácticas para prosperar en la adversidad”, de acuerdo a las pensamiento de Oiticica[4].
Por ultimo, Ramírez señala que el conceptualismo espera una revisión completa donde se consideré que las primeras prácticas fueron formas para cuestionar los gobiernos represivos y esto también pudo ser causa de la disolución eventual de prácticas, contradicción que confronta el conceptualismo en América Latina encarnado en la mayor ironía, la cual es su desenlace provocado por el advenimiento de la democracia.
[1]Mari Carmen Ramírez. Tácticas para la buena marcha de la adversidad: el conceptualismo en América Latina, 1960-1980. Libro / Fuente: conceptualismo global: puntos de origen, 1950 y 1980. Páginas: 53-71
[2] Licenciada en Historia del Arte en la Universidad de Chicago en 1989. Es la Wortham Curator del Latin American Art y directora del International Center for the Arts of the Americas en el Museum of Fine Arts de Houston. Este ha sido uno de los más ambiciosos proyectos en el país, no sólo para mostrar y exponer el arte latinoamericano, sino también para promover la investigación y la educación.
[3] Después de la crisis de los años 30’ existía una infraestructura que posibilitaba el desarrollo industrial nacional que se frustró en el período de la post-guerra, producto de la penetración de capital extranjero en América Latina. Surge así, un pensamiento desarrollísta nacional y, en algunos casos anti-imperialista, que pretende explicar la perspectiva evolutiva America Latina, pero que no llega a constituirse en un pensamiento coherente y que conduce a la estructuración de algunos movimientos políticos nacionalistas como el APRA en Perú, el Peronismo en Argentina, el Varguismo en Brasil. González, Mario. Una gráfica de la teoría del desarrollo. Del crecimiento al desarrollo humano sostenible. [articulo en línea] disponible en: http://www.eumed.net/libros/2006a/mga-des/1d.htm
[4] Nacido en 1937 fallecido en 1980 en Río de Janeiro.
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