Los Métodos de la Historia y la Historia del Arte
Dianora Pérez / artdiamo@gmail.com
Upel - Ipc
La ciencia es el principal
instrumento que posee el hombre para
conocer el medio donde se desenvuelve y se desarrolla, en progreso de esto
propicia transformaciones, pero le es necesario conocer el pasado, esa parte
histórica que enmarca el de dónde viene y que acontecimientos dieron pie la
sociedad en la que se encuentra.
Para esto es necesario el estudio,
la historia quien también se ha convertido en es objeto de estudio de la
ciencia, actualmente se conoce como la ciencia de la historia, en la cual se
tratan todos los procesos culturales. La Historia designa una parte de la realidad y este
término se utiliza para conocer las leyes que rigen el proceso de
investigación, pero por otra parte existe el término Historiografía con el cual
se designaran a las obras literarias, artísticas, científicas y didácticas
donde se divulga el conocimiento.
Antes de entrar en materia con
relación a las ciencias sociales, es necesario mencionar algunos aspectos básicos relacionados con la ciencia y
sociedad, en tal sentido, la ciencia se define como el conocimiento exacto y
razonado de las cosas por sus principios y causas; por su parte, la sociedad es
la reunión de hombres o de animales
que conviven y se relacionan siguiendo unas leyes comunes. En tal sentido, las
ciencias sociales, pueden definirse como el conglomerado de disciplinas académicas que
abarca la Psicología ,
Filosofía, Educación, Derecho, Antropología, Sociología y Estética, que buscan
el conocimiento exacto y razonado de las cosas por sus principios y causas de
un conjunto de hombres que viven bajo leyes comunes.
Una vez definida las
ciencias sociales, se debe conocer que ésta responde a objetivos como brindar
una visión integral de un programa de desarrollo histórico en la introducción
del campo del conocimiento, promoviendo las capacidades, a través de las
diferentes disciplinas académicas que estudian el origen y el desarrollo de la
sociedad, de las instituciones y las relaciones e ideas que configuran la vida
social.
En la educación las ciencias sociales se han desarrollado
vertiginosamente gracias a los aportes de otras ciencias así como la
matemática, la química, y la medicina entre otras, desarrollando así sus
propios métodos de estudios que contribuyen a la formación de un sistema de
educación eficiente a través de todo el mundo. Entre sus diversas ciencias está
la Historia ,
Economía, Política, Sociología, Derecho, Psicología, Antropología, Filosofía y
Educación.
La ciencia le ha asignado una tarea especial a
la historia la cual es “…descubrir las leyes históricas del desarrollo de la cultura...” y con este conocimiento el hombre tiene mayor
posibilidad de entender, transformar y
planificar en beneficio y aprovechamiento de si mismo. (Alfaro, 1969,
pág. 13)
La historia ha sido interpretada de
múltiples maneras y esto ha servido como
visión para lo que es la enseñanza de la historia, por ejemplo existen visiones
mitológicas que satisfacen la
necesidad de ver la historia como un mito que representa la primera etapa de
los procesos culturales; la interpretación
legendaria en la cual se ve la
historia como una leyenda pero que
siendo insuficiente esta visión, por la falta de certeza entonces se acomoda o
se interpreta según los intereses extra
– históricos; la interpretación descriptiva
la cual reflejaba con mayor realidad los
acontecimientos y hicieron uso de la crónica, “… método griego que se
caracteriza por una simple descripción del proceso histórico, pero descuida o
pone en segundo termino el indagar las causas y el sentido de los mismos…”;
dentro de otras interpretaciones están
la teológica, filosófica, y la científica. (Alfaro,
1969, pág. 13)
Sin embargo existe otra visión de la
historia, que es la artística, la cual se ha debatido entre la aceptación o no
dentro de la ciencia por vacilar en su objeto de estudio, en este caso son los estudiosos del arte quienes
investigan, cuestionan las morfologías de estilos, las biografías, problemas
documentales, técnicos o icnográficos, o en el caso de aspectos sociales,
económicos, lingüísticos y semiológico del signo artístico. Partiendo de todo
esto establece como objeto de estudio de la historia del arte la obra de arte, y como ciencia
comprende el estudio de todas las creaciones artísticas, de manera
cronológica abarcando desde las
manifestaciones más remotas hasta las más actuales. (Fernández, 1990, Pág. 24)
En relación a esto más que una
visión estética de la historia, el arte puede ser considerado como una
derivación de la historia como ciencia social, sin embargo el método para el estudio de la misma estaría dependiendo de
las múltiples interpretaciones mencionadas en párrafos anteriores.
Desde los pueblos más primitivos ha
sido importante la transmisión de manera oral las costumbres y tradiciones de
un pueblo, y esto de alguna manera este
el primer aporte que se tiene para la historia, los Egipcios, griegos y
romanos educaron a los niños bajo la
creencia de su origen común y por lo
general se sienten herederos de un pasado historio que incluso ha sido
bendecido con la presencia de los Dioses. Todo esto forma a la persona ideológicamente desde el punto de
vista reflexivo y vivencial e integra a la sociedad de una manera histórica.
Sin embrago esta acción, actualmente es complementada con la acción de enseñanza
en la institución escolar.
La historia de la pedagogía revela
como cada pueblo de acuerdo a su momento se preocupo por hacer de del factor histórico y artístico un aspecto significativo del los
contenidos educativos. Lo principal fue ver la historia desde sus personajes,
cuestión semejante en la historia en la
historia del arte, pero no siempre se pudo hacer esto, por la posición que los
artistas ocupaban dentro de las diferentes sociedades, así que como la
historia, se vale de los hechos sociales, buscando la integración social y
artística. En el cristianismo, por ejemplo,
históricamente el hecho importante es la ubicación cronológica de cristo
y la doctrina que de estos hechos emergerían y desde el punto de vista artístico
es la representación y el culto visible del cristiano. Mas adelante en el renacimiento la enseñanza
se realiza de manera histórica, es decir que la historia seria la vía para
captar, aprender y trasmitir el mensaje de la cultura antigua y en este sentido
la predilección histórica se contrapondrá
a la valoración matemática y al racionalismo cartesiano.
La revolución francesa luego se
convertirá en factor que acentuara en la
pedagogía el carácter nacionalista y patriótico y de esta nueva orientación los
individuos encausaran la enseñanza a la valoración de su patria creando
vivencias integradoras del individuo a
la comunidad nacional.
Desde este momento el arte no esta
acompañado de la critica y la historia, solamente, sino de la filosofía o
estética. Convirtiéndose estos en los apoyos de lo que hoy se conoce como Historia del Arte. Dotándole el siglo
XVIII como fecha de nacimiento, pero la institucionalización de la historia del
arte como ciencia no ser realizara hasta finales del siglo XIX y principios del
XX.
Durante el siglo XVIII, época del
romanticismo en el Goethe intenta delinear de forma concreta sus conceptos
educativos mediante de la representación de lo que el llamo “provincia pedagógica” en el cual el se
imagino la educación de los niños de un modo natural, iniciándolos gradualmente
en actividades agrícolas, artesanales y artísticas ya que para él la religión y
el arte eran los que podían enriquecer los valores espirituales.
El método de Goethe se basaba en
tres fases a) la reivindicación del derecho a desenvolver y expresar libremente
la propia naturaleza; b) persecución del ideal clásicamente armonio construido
bajo el modelo griego; y c) la preocupación de atender más bien a las
exigencias de formación social con fines de servicio social y por medio de
actividades sociales.
Schiller (I759-1805) al igual que
Goethe propone una nueva pedagogía pero para esto estudia bien los postulados
de Kant, y se propuso superar el
dualismo entre deber e inclinación natural, que para la moral kantiana se hallan
en una oposición irreductible. En De la gracia y la dignidad, Schiller plantea
la exigencia de que la dignidad de la acción moral no debe eliminar ni destruir
la gracia que le viene a la acción del hecho de ser la manifestación espontánea
de todas las disposiciones activas de una persona, inclusive las disposiciones
naturales.
En
las Cartas sobre la educación
estética (1793-1795) indica el arte como el principio que armoniza la
naturaleza y el espíritu, la inclinación sensible y el imperativo racional. Y
establece que el ser humano posee dos instintos opuestos, uno sensible y el
instinto de la forma, los cuales solo pueden estar juntos cuando se crea un
tercer instinto el del juego que da
forma a la metería de manera sensible. Por lo tanto el juego en el más alto
instinto podía producir belleza que en sentimientos se transformarían en gracia y en dignidad. Al final de estas
cartas se advierte como en efecto la naturaleza
y el alma se consideran como prerrogativa aristotélica, en virtud de
la cual estos elegidos se sitúan más allá del bien y el mal, en cuanto a
simplicidad e inocencia están por encima de los conflictos morales que van a
ser expuestos a los demás hombres. (Abbagnao y Visalberghi, 1964. pág 445) En
síntesis Goethe y Schiller hicieron suyos temas humanísticos contribuyendo al
enriquecimiento y reforma de la vieja educación humanística conocida como nuevo
humanismo o neohumanismo.
Luego
entre la época de la Ilustración y el
periodo romántico se sitúa el pensamiento pedagógico de G. Pestalozzi
(1746-1827) quien no solo se conformo con aspectos éticos- religiosos e
intelectuales de una educación elemental,
sino las llevaría de la mano o desde el arte.
Y al principio no percibió el nexo entre
una tendencia activa y la productiva y el aprendizaje “intuitivo” hasta que uno de sus discípulos describe sus
actividades encontrando así que este autor consentía o estimulaba una actividad simultanea de dibujo libre y
era que los niños garabateaban como les venia en gana sin que entre la
actividad y la lección “intuitiva” existiese una relación, hasta más tarde que
logra conectar el dibujo con una actividad intuitiva pero a costa de la
libertad de expresión.
El método de Pestalozzi esta
fundamentado en la acción y en la sustitución del libro por la experiencia personal, los razonamientos
y las abstracciones con los ejercicios realizados. Esta forma de educación
elemental, que obra en lo intimo del espíritu, se propone dirigir y desenvolver
la actividad de éste sobre la base de las percepciones de los objetos y de la
naturaleza; en cambio la educación industrial, es decir la de los trabajos
manuales, que por el contrario, es el resultado de una acción desarrollada
exteriormente, tiene por objeto dirigir y desarrollar la actividad externa del
cuerpo secundada por la inteligencia y enderezada hacia los objetos de la
naturaleza. (Abbagnao y Visalberghi, 1964. pág 475)
En tiempos contemporáneos ningún
otro filosofo ha ejercido tanta influencia sobre el pensamiento, la cultura y
especialmente sobre la praxis educativa del mundo civilizado como la del
norteamericano John Dewey (1859-1952)
quien toma como punto trascendente, desde el punto de viste educativo y
tecnológico, a la revolución industrial.
La vida social, para Dewey así como
para Goethe, Schiller y sobre todo el de
Pestalozzi no es un ideal estético fijo y se propone en fomentar un liberalismo
nuevo, que no le tema a las intervenciones del campo económico y político, que
al mismo tiempo se esfuerce por dejar un máximo de iniciativas y autonomía al
individuo y a sus libres y múltiples formas de asociación. Según Dewey, la
“educación es el método fundamental del progreso y de la acción social” y “el
maestro al enseñar no sólo educa individuos, sino que contribuye a formar una
vida social justa. Y el medio para evitar que el hombre sucumba al
desequilibrio que se ha creado en ciertos campos y el éxtasis relativo que se
registra en el dominio social y político, consiste en llevar el método
científico al campo de los problemas humanos, ya que este no es indiferente y neutral; al contrario es el
método de la comunicación de la tolerancia, de la apertura mental, de la
prontitud a reconocer el propio error de
la disposición a comprender las ideas ajenas sin imponer las propias.
Lo que el educador debe tomar de las
ciencias no son los resultados inmediatamente aplicables, ni tanto menos la
tendencia a emplear sin ton ni son criterios cuantitativos. Lo que debe adoptar
es, esencialmente la actitud científica, entendida ésta como una actitud
abierta y comprensiva, limpia de prejuicio, dispuesta siempre a poner las ideas
a prueba en la experiencia y a modificarlas sólo de conformidad con la
experiencia misma. La riqueza de significados que tiene en Dewey el término de “experiencia” da la medida del empeño implícito
en esa exigencia.
Los métodos son caminos para llegar
a un término y para hablar de la historia del arte es necesario distinguir
entre metodología y didáctica. No se trata solo de saber cómo se enseña la
historia del arte a nivel de docencia utilizando instrumentos mentales y
físicos, hechos que pertenecen al campo de la didáctica o la pedagogía, sino de
conocer la existencia de diversos enfoques ideológicos que conducen al
desciframiento y estudio de la obra de arte.
Ante un planteamiento reflexivo
sobre la metodología de la historia del arte como disciplina, y no sólo ante la
intención de hacer una historiografía del arte. Riegl en 1902 según Fernández
(1990) habla del método “biográfico” de Vasari, cambiado por luego por Winckelman,
“…quien se preocupo más de señalar lo que es común y general a las obras de
arte…” y es consciente de la
introducción de nuevos métodos que se preocupan más de los cambios de las artes
de los pueblos, en cuya labor Riegl tiene su aporte.
Desde el renacimiento los artistas dignifican su quehacer
poniéndose a nivel de los humanistas y
reflexionando sobre el arte liberal y científico, es así como surge la teoría
de arte encerrada en las fuentes literarias, hacia las cuales debe volverse el
historiador de arte constantemente. Por otra parte esta la exigencia de las
colecciones particulares y el nacimiento de los museos exigen la necesidad de
catalogar, atribuir, fechar las obras de cada autor y de cada época. Esta
clasificación del hecho artístico necesita la ayuda de documentos y así según Fernández (1990) es como nace una “… ciencia del arte basada en fuentes
literarias y en documentos…” caso
contrario de lo que ocurre en los siglos antes mencionados (XVIII y XIX) en los
cuales eran escasos los tratados teóricos sobre el arte pero muy abundante los estudios y
clasificación, sistematización y
ordenación de la producción artística. Sin embargo varios factores contribuyen a al formación de la mentalidad filológica,
como la fundación de los museos y
colecciones, que obligo a clasificar los
objetos acumulados en las salas reales o colecciones privadas, la aparición de
centros de investigación arqueológica y de la enseñanza de la historia del arte,
la aparición de publicaciones y revistas sobre cuestiones arqueológicas. Todo
esto da como resultado la publicación de manuales o historias generales que
sintetizan los hechos estéticos dentro de un esquema científico organizado.
Quien más se favoreció de las
investigaciones arqueológicas fue la literatura. El conocimiento de las obras
no era completo si no existía un estudio critico de las fuentes y de los
documentos escritos, estableciendo así un método de investigación allí que
contribuyo la Escuela
de Viena. Ya que en esta se inicia el método de atribución e identificación de
las obras de arte partiendo de la investigación técnica artística. La
consecuencia de estos métodos produce el positivismo que intenta estudiar las
obras de arte clasificando o buscando en la materia, los instrumentos
utilizados y la finalidad las causas que determinan las formas de una manera
mecánica y materialista.
El otro método consistió en
controlar las fuentes, conocer su garantía
de credibilidad y aplicarla a la biografía de la obra de arte para determinar
su existencia histórica: su fecha, paternidad, mecenas, los avatares de su
conservación y restablecimiento, o los motivos de traslado o desaparición, en
fin todo los aspectos relacionados con la obra desde la perspectiva social más
que técnica.
Estos métodos pueden dividirse en dos partes: las
fuentes literarias y los documentos. Por
fuente literaria se entiende “…todo tratado escrito que aborda un
determinado tema del arte... Schlosser según Fernández (1990) los define como
“…’testimonios literarios que se refieren en sentido teórico al arte, según su
aspecto histórico, estético y técnico’” . Pero esta clasificación debería
ampliarse y concretarse más pudiendo señalar cinco tipos diferentes de fuentes
útiles para el esclarecimiento histórico de las obras de arte.
Por un lado las puramente literarias
que adoptan distintas formas: poéticas, narrativas, dramáticas, religiosas
(mitología, religión) y también las tradiciones orales, que constituyen como
una especie de memoria colectiva de hechos y dichos.
En segundo lugar
estarían las obras literarias Críticas referidas de una manera más concreta a
valorar y enjuiciar, desde un punto de vista teórico, práctico o filosófico las
obras de arte.
Importancia especial tienen, en
tercer lugar, las fuentes literarias técnicas con normativa matemática,
anatómica, de perspectiva o recetaría para el arte. Respecto al arte más
reciente son de suma importancia las fuentes literarias directas, como los
escritos de los propios artistas en forma de epistolario, diarios o memorias,
notas de trabajo o escritos teóricos, así como las fuentes testimoniales,
entrevistas, encuestas, declaraciones, etc., que constituirían el cuarto y
quinto grupo respectivamente. Un último grupo pueden constituirlo las fuentes
literarias que proceden de la legislación: ordenaciones urbanísticas,
legislación sobre gremios, impuestos fiscales, entre otras
Las fuentes literarias y su estudio equivaldrían
a la denominación de “literatura
artística” (Schlosser), historiografía del arte. La historia de la crítica
de arte, intenta sobreañadir un concepto de juicio o valoración crítica sobre
los datos históricos proporcionados por la literatura artística, pero utiliza
los mismos materiales. (Fernández, 1990. pág. 50)
El método filológico, como tal, comienza en el siglo XVIII, coincidiendo con
el nacimiento de la moderna historia del arte, que se preocupa de valorar las
fuentes, publicando los primeros índices y buscando noticias en los archivos.
Los estudios se han encaminado hacia dos vertientes: teoría e historia de las
fuentes y publicaciones de las mismas.
Una vertiente muy positiva de este
método es el hecho de que dio origen, de alguna manera, a la iconografía,
gracias a la valoración del contenido del objeto artístico como manifestación
cultural, Y por otra parte, el interés por la documentación proporcionó grandes
progresos en el estudio de las monografías de los artistas.
Como obra de consulta imprescindible
sobre esta problemática sigue siendo La literatura artística de Schlosser publicada en 1924 y con
abundantes ampliaciones bibliográficas. Este autor confecciona una historia de
las fuentes sobre temas de arte desde la Edad Media hasta finales del siglo XVIII. En los
apartados bibliográficos se han intercalado nuevas aportaciones a las que
remitimos, ahorrándonos la repetición innecesaria de ellas.
La búsqueda de datos documentales para la historia del
arte es el segundo aspecto de la
filología.
El documentalismo ha contribuido a
delimitar fechas y clasificar monumentos bajo el aspecto de la atribución, pero esto no siempre es exacto. Los documentos difieren de las fuentes literarias por su
carácter oficial, jurídico y testimonial, y porque sólo tienen una validez
dentro del discurso interpretado por el historiador.
Normalmente se piensa en documentos
escritos, y ciertamente ocupan una gran importancia dentro de la labor
investigadora del historiador, sea en forma manuscrita o en letra impresa, y constituyen
un primer grupo al que clásicamente viene dándosele una gran importancia. Pero
no se debe olvidar otros tipos de documentos, como son los gráficos,
constituidos por planos, bocetos, proyectos, mapas producto de la cartografía y
topografía, útiles en muchas ocasiones para determinar el inicio, situación y
dificultades de una obra de arte.
En el mismo nivel de utilidad están
los documentos artísticos, tanto manuales como reproducidos (grabados) que
ofrecen dibujos, pinturas, copias, etc., de obras que tal vez hayan
desaparecido. Dentro de este grupo de documentos gráficos se deben tener en
cuenta los fotomecánicos, ofrecidos por la fotografía, el cine, televisión,
video, y los sonoros registrados mecánicamente. El historiador de arte ha de
contar con toda esta clase de documentos, sobre todo en la investigación del
arte contemporáneo, y no limitarse a la clásica investigación de los archivos
en busca de documentos históricos, administrativos, notariales o eclesiásticos,
sino que ha de contar también con las hemerotecas, las fototecas y las
discotecas.
Otros métodos utilizados para contar
la historia refieren a la biografías ya
que las vidas tienen una doble finalidad por un lado son tratados útiles para
los artistas y por el otro se transforman en alabanza de las mismas artes. La
utilidad se cumple con el aporte técnico, tratados de arquitectura pintura,
escultura, que ofrecen los principios matemáticos y técnicas así como temas que
pueden ser desarrollados por el mismo artista.
La vida de los artistas trasmitidas
por los biógrafos, a los que se puede añadir un cuantioso número de datos menos
importantes, desarrollan un método que tiene como idea central el conocimiento
del artista creador y como todo método parte de la idea o teoría que la explicación de la obra
de arte se halla únicamente en la personalidad del artista que la hizo. Todas
las teorías de arte, los tratados técnicos y las biografías centran su atención
en este eje de la creatividad personal como explicación de las obras de arte. Y
como elemento importante se considera al artista como un genio creador y se
valora la obra desde su autoría, prescindiendo de valores sociales, lingüísticos o culturales
que la historia del arte mencionara luego. Este método biográfico o de la historia del arte considerada como
historia de los artistas no deja de utilizarse en el siglo XIX pero se va a
conocer como monografía biográfica, en
la cual se incorporan criterios de selección documental y estudios minuciosos
de las fuentes, problemas sociales y matización psicológica para poder
organizar la producción de cada artista en el contexto de su vida privada y
social, determinando así momentos evolutivos y formas cambiantes de su manera
de hacer.
La psicología y luego el
psicoanálisis del arte fueron métodos para estudiar la personalidad del artista
y de allí seguir desde la visión de la biografía para contar la historia,
aunque no solamente estudiaba el aspecto individuo sino que se estudiaba la
obra artística desde estas perspectivas. Era involucrar otra ciencia para el
estudio y la presentación del arte. Sin
embrago entre tantos métodos de estudio lo mas importante es la vivencia
estética de la obra la cual esta asociada a la critica, la obra de arte esta
hecha para comunicar, por medio de lenguajes propios del artista, esta es la
razón de ser de ser de una obra, entonces porque no tomar en cuenta la critica
para la enseñanza, aunque esta deja de lado la valoración del sujeto por la del
objeto y solo toma en consideración el punto de vista del espectador mas que la
del artista así que de una u otra forma se vuelve a métodos antiguos que
encasillan y clasifican.
Indiscutiblemente cada época tiene
su propia estructura y método que para la actualidad son la fuente del
conocimiento histórico del arte, y en ellos se incluye la posibilidad de un
análisis social, psicológico, histórico, iconográfico y formal del hecho
estético quedando claramente señalados una tendencia normativa y teórica
restringida al campo de la estética y otra positiva y fenomenológica propia de
la ciencia del arte.
Referencias
Abbagnano, N. y Visalberghi,A.,
(1964) Historia de la pedagogía. México-Madrid-Buenos
Aires: Fondo de Cultura Económica
Alfaro (1969) Pedagogía de la Historia. Caracas : CO-BO
Fernández, J., (1990) Teoría y metodología de la
Historia del Arte (2da ed) Barcelona: Athropos.


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