Solo asisto a velorios para comprobar que en la muerte es donde funciona el amor. Es el momento de retomar acciones olvidadas como el de llevar flores con profundo sentimiento y rogar por la felicidad de un alma, a la que tal vez no le procuraste mayor felicidad. En la muerte es cuando realmente ves al ser amado con la misma expresión de ternura, como le vistes en la primera cita, pero olor a formol y a tierra de  fosa son drogas que corrompen la memoria y alimentan el sufrimiento de quien le toca sobrevivir.

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